Magistrales…
Aspirar a lo más
Alto…
Hay
elementos, cosas, personas, circunstancias, situaciones que a ella la invitan,
a la elevación, en plena majestad de vida en el Espíritu.
Ya
alejada de los enemigos frontales u ocultos, la música sagrada estimula sus más
íntimas ondas cerebrales y la impalpable carne de su Alma: siendo invitada al
éxtasis, de contemplar con “los ojos de lo interno” lo que solo se puede intuir
durante pequeños segundos… Esto es al Espíritu... del Espíritu... del
Espíritu... que siempre se hace presente ante ella y está en ella.
Busca
nerviosamente con su mirada -como si fuera ciega- y ve, observa… con la música
que habla del amor; contempla lo que nadie más: revelaciones inauditas… aunque
su vida y su persona aún no sean perfectas y llora… porque conoce… sin conocer,
la sublime belleza del otro lado.
De
repente se interrumpe el encanto por simples razones externas… pero pronto
vuelve esa razón, ese gusto, esa alabanza, ese querer, ese pertenecerle para
siempre. Después de que la han tocado, la han amado: ha sentido la
pertenencia y seguridad hacia lo verdadero. Además de lo que los
ángeles le han dicho al oído… no queda más que esperar la elevación total y
consumada; hasta ese “sin final” prometido, otorgado, recibido…
Y
continúan las agudas entonaciones infantiles, agradando aún a las aves… deshojando
los pétalos de las flores… haciendo brillar más al sol, enfriando la lluvia y
haciendo más fuerte a la hormiga.
Hasta
que al final, el Cosmos entero se decide a estallar en cantos desconocidos
dirigidos al Creador, nuestro Eterno Creador… Allí es donde ella
quiere llegar: a la presencia; ¿Qué será? Una realidad, un manantial,
pensamientos, palabras, conversaciones, cosas y clases magistrales…
Simplemente
Magistrales…