El Magníficat
Una de las partes más
rescatables y destacables del Nuevo Testamento es, sin lugar a dudas, el
Magníficat: oración pronunciada por María de Nazaret cuando se consigue con su
prima Isabel; encontrándose ambas embarazadas: una de Jesús… otra de Juan el
Bautista; basada en las Escrituras Hebreas. Se la dedico a Venezuela:
Oración del
Magníficat:
Proclama mi alma la grandeza
del Señor,
se alegra mi espíritu en
Dios, mi Salvador;
Porque ha mirado la
humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por
mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a
sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su
brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma
de bienes
y a los ricos los despide
vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la
misericordia
-como lo había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abrahán
y su descendencia por
siempre…
Se
dice que María de Nazaret era una sencilla adolescente judía… que explota por
el Espíritu de Dios en esta aguerrida proclama en un momento revelador hasta
para ella misma… Y la frase que me hizo recordar esta oración fue:
El (Dios) hace proezas con
su brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma
de bienes
y a los ricos los despide
vacíos.
Amén…